sábado, 15 de octubre de 2016

DARÍO FO: EL NACIMIENTO DEL VILLANO

Con motivo de la muerte de Darío Fo el pasado jueves 13 de octubre, publicamos un texto sacado de Misterio bufo (Mistero buffo, 1977), donde el dramaturgo y actor italiano, ganador del Nobel de literatura en 1997, recupera para el teatro moderno sketchs de los antiguos bufones y juglares. Las ilustraciones son pinturas del mismo Fo.

EL NACIMIENTO DEL VILLANO

Se cuenta en un libro ya olvidado que pasadas siete veces siete generaciones desde el día aciago de la expulsión del paraíso, el hombre, harto, desesperado por el mucho esfuerzo que tenía que hacer para sobrevivir, se presentó ante Dios en persona, y empezó a llorar y a implorarle que le enviase a alguien para ayudarle a trabajar la tierra, porque él solo ya no podía más.
«¿Pero acaso no tienes burros y bueyes para hacerlo?», le contestó Dios.
«Tienes razón, Señor Padre Nuestro... pero encima del arado tenemos que estar nosotros los hombres empujando como condenados, y los burros no saben podar las viñas ni consiguen aprender a ordeñar las vacas, por mucho que les enseñe. Así que antes de tiempo nos volvemos viejos por el cansancio y nuestras mujeres se marchitan, y a los veinte años ya se han ajado.»
Dios, que es tan bueno, al oír estas cosas fue presa de compasión y dijo con un suspiro: «Bien, veré de crear de la noche a la mañana una criatura que pueda bajar a descargaros de vuestra pena».
Luego corrió a ver a Adán: «Oye, Adán, hazme un favor, levántate la camisa que tengo que sacarte una costilla que me hace falta para un experimento».
Pero Adán al oír esta novedad rompió a llorar: «Señor, piedad, que ya me sacaste una costilla para que naciera mi esposa, Eva la traidora... Si ahora me quitas otra costilla no tendré bastantes para enjaularme el estómago, y se me saldrán todas las visceras como a un capón degollado».
«Tú también tienes razón», masculló el Señor rascándose la cabeza, «¿qué debo hacer?».
En ese momento pasaba por allí un burro y al Señor le inspiró una idea: ¡porque, para eso, es un volcán! Hizo un gesto hacia el burro, que de pronto se hinchó. Pasaron nueve meses, la barriga del animal parecía a punto de estallar... se oye un estrépito, el asno se tira un pedo tremendo y con él sale de un bote el villano apestoso.
«¡Oh, qué hermosa natividad!»
«Tú calla.» Entonces llega una tormenta diluvio y cae agua a cántaros sobre el hijo del burro y luego granizo y tempestad y relámpagos, y todos sobre el corpachón del villano, para que tome conciencia en seguida de la vida que le espera. Cuando ya está bien limpio, baja el ángel del Señor, llama al hombre y le dice:

«Por orden del Señor, desde este momento serás 
amo y mayor, y él, villano y menor.
Queda establecido y escrito
que este villano tenga por victo
pan de salvado con cebolla cruda,
judías y habas, esputo y lechuga.
Que deba dormir en un jergón
y de su estado se haga razón.
Y puesto que nació desnudo
dale un trozo de paño crudo
de los que usas para guardar boquerones
para que se haga un buen par de calzones.
Calzones partidos en medio y sin cerrar
para que no pierda tiempo en mear.»
¡Parecen los amos de ahora! Cuando recorremos Italia, solemos encontrarnos con la verdadera realidad. Por ejemplo, llegamos a Verona, y en el teatro había unas chicas con carteles que habían colgado también de las paredes, estaban en huelga. Estaban en huelga porque el jefe les había prohibido que fueran al servicio. O sea, que una tenía ganas... «Perdone, ¿puedo?» «¡No... y no!» Tenían que ir todas al servicio a las 11.25: driiin, y pis. Y quien no tuviera ganas, basta, al siguiente turno. Estaban en huelga para lograr el privilegio de hacer pis cuando tuvieran ganas. No sé cómo acabó la cuestión. Pero el máximo de lo grotesco sigue siendo lo ocurrido en la Ducati de Bolonia, una fábrica muy grande, muy importante, de nivel internacional. ¿Qué ocurrió? Los propietarios, allí no hay «el amo», sino los amos, decidieron recortar el tiempo concedido para ir al servicio. ¡Algunos se quedaban siete minutos, otros cuatro, no, basta, se acabó! Discutieron también con los sindicatos, fue una lucha tremenda, y por fin decidieron. L'n auténtico mazazo: «Dos minutos con treinta y cinco segundos son más que suficientes para que cada uno haga sus necesidades... en total». Ahora, dicho así, parece normal, luego uno piensa: «Bueno, habrán hecho estudios, habrán consultado a técnicos...». Pues os lo aseguro, creedme, ¡es un récord! Dos minutos y treinta y cinco segundos: ¡un récord! Y la prueba es que los obreros no van así como así... ¡se entrenan en casa! Si no pensáis que es un récord, probadlo en persona, tomad unos libros interesantes, esperad un buen día, coged algún disco hawaiano, os lo aconsejo: ¡uauayuaum! Ayuda mucho. Pues bien, ya lo veréis, ¡es imposible! Es imposible, sobre todo cuando te entra la psicosis del tic... tic... tic. Sí, porque en cada servicio de la Ducati hay un reloj. En cuanto uno entra, en seguida tic... tic... tic... Lo tremendo, lo grotesco de la situación es que uno piensa: «¿Cómo se marca el tiempo? ¿Cuándo sonará?». Y se imagina naturalmente que el obrero entra en el servicio y (mima la entrada) to... ta... tata... toma aliento, profundamente, aaah... como cuando te tiras al agua helada y luego... (mima) tic... tic tic tic (silbido) uyyy... ñi... ¡No! ni por casualidad: porque, es lógico, si salta el aparato, quiere decir que hay un pulsador debajo de la tapa, ¿no?, y entonces, si uno se apoya en la tapa aplastará el pulsador y hará que salte el temporizador. Pero el amo sabe que el obrero es listo, espabilado, sabe que jamás se apoyará en la tapa, sino que se quedará de puntillas... ¡sin tocar!... aguanta horas sin tocar. «De eso nada, te vas a enterar.» El resorte no estará bajo la tapa, ¡sino en el picaporte! Y en cuanto el obrero toque el picaporte, ¡salta el mecanismo eléctrico!, tic... tic... tic... «malditos tirantes que no... qué faena... el papel...» (silbido, luego, dirigiéndose a la taza): «Perdone la molestia». Ahí está el problema del entrenamiento: hay que llegar suelto de movimientos, lo más libre posible... Así que, en primer lugar: fuera pantalones. Los pantalones ya doblados, al hombro... incluso quedan bien... parece una esclavina, ¿no?, la camisa, tipo guayabera (lo mima todo), para no liarnos, y sobre todo no hay que decir: «Uy Dios mío...» (trata de taparse por delante). Hay que pasar, sin problemas de tonto pudor.
Un gran estudioso alemán, Otto Weininger, ha realizado estudios extraordinarios sobre este problema: pues bien, han descubierto que es precisamente la actitud pudorosa la que provoca en los demás el conocimiento de que uno está desnudo. Es lógico, uno va por ahí así (mima que se cubre los genitales y el trasero), y en seguida le señalan con el dedo: «Eh... ¡¡está desnudo!! ¡Mamá, mira, ese está desnudo!». Pero si uno se libera de ese pudor estúpido y está tan tranquilo, ¡a quién le importa! Desnudo, guapo, tranquilo, bien erguido... la gente dice: «¡Oh, mira, un conde!».
Así que el obrero tiene que convertirse en conde cuando va al servicio; y tiene que aprender también, además de los ritmos del destajo, el del servicio. Son muy diferentes, pero fundamentales (mima dando saltitos al obrero que entra en el servicio y se sienta) un... dos... tres... ¡Una danza!

Pero volvamos a la historia del villano y oigamos qué le aconseja el ángel al amo del villano en el momento en que se lo entrega.

En muestra de su linaje gentil
échale al hombro azada y badil.
Mándale ir siempre descalzo
que nadie tendrá rechazo.
En enero ponle una horquilla a la espalda
y mándalo a limpiar la cuadra.
En febrero haz que sude en los campos partiendo terrones
mas no tengas pena si tiene dolores,
si se llena de llagas y callos,
más ventaja tendrá tu caballo
libre así de moscas y tábanos
que irán todos en busca del villano.
Aplica una gabela a todo lo que haga,
aplica una gabela incluso cuando caga.
En carnaval déjale bailar,
y también cantar para más disfrutar,
pero poco, pues no vaya a olvidar
que a este mundo se viene a trabajar.
También en marzo que vaya descalzo.
Mándale podar la viña,
que de paso coja la tiña.
Ya en el mes de abril
que se quede en el redil
con el rebaño a dormir
pero que duerma despierto,
que el lobo está hambriento.
Si el hambriento lobo quiere llevarse ovejas
que coja al villano, porque tú le dejas.
Mándale a segar hierba
en mayo con las flores
pero que no se pierda
detrás de las jóvenes.
Jóvenes lozanas y sanas
aunque sean villanas,
haz que bailen en cama
contigo todo el mes.
Y si con una ya no retozas,
dásela al villano como esposa,
esposa ya preñada
para que él no haga nada.
En junio a por cerezas al villano mandarás,
al árbol de ciruelas, melocotones y ananás,
pero antes, para que no se coma los frutos mejores,
dale salvado para que en las tripas sienta dolores.
En julio y en agosto,
con el calor en el rostro,
para que no pase sed
dale vinagre a beber
y, si blasfema muy enfadado,
no te ocupes de sus pecados:
que el villano, sea bueno o malvado,
siempre al infierno estará destinado.
Septiembre es el mes,
para que tranquilo esté,
mándale a vendimiar
pero antes tendrá que pisar
no se vaya a emborrachar.
En octubre, mándale matar al gorrino
y como premio déjale los intestinos,
pero no todos, pues pueden servir
para salchichas embutir.
Al villano déjale las morcillas
que son malas y dañan las tripas.
Los buenos jamones serranos
déjales a los villanos,
para que los puedan salar,
y luego los deben llevar
a tu casa, para festejar.
En noviembre y en diciembre,
para que el frío no le atormente,
para que se pueda calentar
mándale a caminar,
mándale a cortar leña
y haz que luego vuelva
a menudo muy cargado
y no cogerá un resfriado,
y cuando se acerque al fuego
le mandarás otra faena,
fuera del portón,
porque el fuego adocena.
Si fuera llueven chuzos,
dile que vaya a misa,
en la iglesia se cobija
y también podrá rezar,
rezar por pasatiempo,
y sin aprovechamiento,
nunca tendrá salvación,
pues alma nunca tendrá
y Dios no le va a escuchar.
¿Cómo va a tener alma este villano
si con un pedo salió de un asno?

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